Vivimos en un mundo cambiante. A nivel político, los últimos 25 años se han caracterizado
por grandes cambios: el surgimiento de nuevos países, la disolución de otros y la
aparición de nuevas formaciones estatales.
Por supuesto, esto ha afectado a la FCI y a todo el conjunto de nuestra organización.
Hemos sumado muchos más miembros y en poco tiempo llegaremos a contar con más de
100 países miembros de pleno derecho, miembros asociados y socios con contrato.
Y no hace muchos años, éramos “solamente” 70 países.
Como la mayoría de la gente sabe, nuestros estatutos se basan en el principio de
“un país, un voto”, y este principio seguramente se cuestionará en los próximos
años, ya que el rápido aumento de países con gran cantidad de clubes caninos pequeños
está disminuyendo la influencia de otros con clubes caninos grandes y medianos;
esos países que pagan prácticamente el funcionamiento completo de la FCI (los 5
mayores contribuyentes pagan más de un tercio del total de los ingresos de la FCI).
Asimismo en otras áreas, la FCI y los deportes caninos están experimentando cambios.
Sería imposible para nosotros, aunque quisiéramos, vivir en nuestro pequeño mundo
sin la mirada crítica del público sobre las cuestiones de las que nos ocupamos.
Tanto en cada uno de los países, como también a nivel internacional, se observan
nuestras actividades y cómo las realizamos. La salud de los perros ya no es solo
una cuestión que nos concierna a nosotros. Las autoridades públicas, los movimientos
ecologistas, las organizaciones protectoras de animales y otros, nos ven con ojos
críticos y la legislación es cada vez más extensa en temas de salud y bienestar
canino. Ya no se nos “permite” desarrollar razas de perros de forma que pueda afectar
las posibilidades del perro de vivir una vida saludable y normal, que sea capaz
de andar y correr sin esfuerzo, que sea capaz de respirar normalmente y pueda aparearse
y dar a luz cachorros, sin la presencia necesaria de un veterinario. Y esto es,
en mi opinión, algo positivo. Podemos estar bastante seguros de que si no mantenemos
nuestra casa en orden, tendremos que hacer frente a la injerencia de las autoridades
competentes.
Los típicos perros de raza, física y mentalmente sanos y que responden bien, necesitan
jueces adecuadamente formados y capacitados, tanto en la pista de exposiciones,
como en las pruebas de caza, pruebas de campo y de trabajo, y en las carreras de
Agility. Necesitan jueces conocedores de razas, y también jueces que no se “dejen
llevar” por alguna tendencia de moda dentro de una raza e interpreten los estándares
de raza en detrimento del bienestar de los perros. Los cambios necesarios en estas
áreas están progresando y en muchos clubes caninos y en la FCI estos aspectos reciben
una atención continua. En muchos países es obligatorio contar con un informe de
los jueces antes de comenzar las competiciones, donde se centra la atención en la
salud y bienestar de los perros. En algunos países, incluso se han elaborado unas
“Instrucciones específicas de raza” para los jueces. Recientemente, en relación
con la Exposición Canina Europea de la FCI en Ginebra, tuve la oportunidad de comprobar
que esta área, especialmente, se abordó a fondo y con seriedad.
¿Somos una organización capaz de gestionar los desafíos que afrontamos? ¿Contamos
con el apoyo necesario y voluntad para resolver las tareas que tenemos ante nosotros?
¿Estamos preparados para hacer los cambios que continuamente sean necesarios? ¿Podemos,
y queremos, mantener y desarrollar los deportes caninos como una actividad basada
en la afición, dirigida y gestionada por entusiastas de perros voluntarios no remunerados,
y somos capaces de refrenar aquellas tendencias que pueden existir de querer convertir
el mundo canino en una maquinaria privada de hacer dinero?
Confío y creo en ello, si entre todos cooperamos.
Un cordial saludo,
Jørgen Hindse